ph:Giulio Rojer Ghirardi |
Nuestro lente siempre se empaño con facilidad. Tres segundos juntos y el mundo desaparecía. Todo se nublaba y no había más que tú, yo y las cuatro paredes alrededor nuestro. Al cogerme la mano perdía el miedo. Al besarme conseguías orientarme en la oscuridad. Convertimos tantas tardes de noviembre en mañanas de mayo al vernos a los ojos. Y después no quedo nada, mas que café amargo y un pintalabios sin estrenar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario