sábado, 13 de febrero de 2010

VII

Mírame a los ojos.
Cuando no confíes en mis palabras:
mírame a los ojos.
Ellos no te pueden mentir,
hablan sin control.
Dicen cosas que no puedo ni pronunciar.
Mírame a los ojos.
Busca en ellos la confirmación
de todos aquellos sonidos
de los que no te fías.
Mírame a los ojos.
Y si no te dicen lo mismo que mi boca,
cierrame los labios.


M.E.

VI

Tú ya eres la persona que serás toda la vida.
Yo no sé ni quién seré mañana.
Me has conocido cuando me he comenzado a formar.
Yo aún no soy yo.
Y por eso no me conoces como yo a ti.
Contigo he dado mis primeros pasos.
No pude haber pedido mejor compañía.
No sé que he sido yo para ti,
pero tú para mi has sido vida.
Has sido una mirada al mundo con otros ojos.
Y ahora todos los colores son
como fuegos artificiales.


M.E.

V

Dices más con tus silencios
que con tus palabras.
Susurras al hablar
y me quejo de no entenderte.
Palabras quedan en el aire.
Guindadas, olvidadas.
Tienes demasiado cuidado al hablar
y te molesta repetir lo dicho.
Siempre me quedo con ganas de escuchar
todo aquello que dijiste y no dijiste.
Pero aún cuando se escapa de mi oído
no se escapa de mi entendimiento;
y entiendo más a tus suspiros
que a tus verbos.


M.E.

martes, 9 de febrero de 2010

“¿Desde dónde escribo? Escribo desde lo que soy, de lo que desconozco y no comprendo, desde lo que me afecta, es decir, desde lo que me rehace. Escribo para reconocer los desconocimientos que están ahí y ante los que no quisiera permanecer ciego. Escribo para imponerme cierta lucidez, para negarme al desconcierto.”

-Tomás Eloy Martínez