miércoles, 29 de diciembre de 2010

La Espera

Veíamos la película que yo había escogido. Estaba yo recostada sobre su pecho escuchando el latir de su corazón. El estaba tratando de ver la película. Yo no. La había visto más de tres veces ya. Movió mi cabeza a un lado e ignorando que yo estaba recostada sobre él, se levantó sin siquiera verme. Me acomodé en el sofá: me senté con mi espalda derecha y arreglé mi vestido para que cubriera mis muslos. Vi alrededor y sentí por pocos segundos un profundo desconcierto e inseguridad. Mas yo había escogido estar allí y entonces respiré hondo. Llevé mi mirada de vuelta al televisor. Escuché que él abría la puerta del refrigerador. La cerró y escuché sus pasos cuando se dirigía de nuevo hacia la sala donde yo estaba. Puso la cerveza que tenía en la mano sobre la mesa, haciendo a un lado la botella de la cerveza anterior, la cual estaba ya vacía. Miré mi refresco intacto. No tenía sed pero había aceptado una bebida para que él creyese que yo estaba cómoda. No lo estaba. El aún seguía parado. Cogió la cajetilla de cigarrillos de la mesa. Sacó uno y lo puso en su boca. Después buscó en sus bolsillos el encendedor. Lo encontró y encendió el cigarrillo. Puso el encendedor sobre la mesa y se sentó a mi lado. Ahora si estaba nerviosa. Todos los planes que yo había hecho a través de los seis meses anteriores se resumían ahora, en un solo momento. El momento de la verdad. Traté de calmar mi mente y esta estuvo en blanco por tan solo un instante. Fuerza y valor. Era ya la hora. El pretendía ver la película pero de reojo estaba consciente de todos y cada unos de mis movimientos. Me propuse ignorar este estado de alerta en el que él se encontraba. Deslicé mi vestido un poco más arriba, justo en el lugar donde solo pasé mi mano debajo de mi pierna izquierda, cogiendo la Beretta Px4 Storm que tenía allí escondida. La puse en su costado y en medio de dos de sus costillas, tiré del gatillo.

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